¿Qué significa la desaceleración del crecimiento de la productividad en España?
La desaceleración indica que la eficiencia para generar riqueza con los recursos disponibles está aumentando más lentamente; en 2025 creció solo 0,8% interanual.
Esto señala una mayor dependencia del empleo y la inversión para el crecimiento, mientras que las mejoras en eficiencia productiva pierden ritmo.
Factores estructurales y demográficos, como menor inmigración, limitan la creación de empleo productivo y el potencial de crecimiento sostenible.
La desaceleración indica que la eficiencia para generar riqueza con los recursos disponibles (trabajo y capital) está creciendo a un ritmo más lento; en 2025, la productividad total de factores creció solo un 0,8% interanual, mucho menos que antes, señalando mayor dependencia del empleo y la inversión que de mejoras en eficiencia.
En 2025, la productividad total de factores registra un crecimiento modesto, revelando que el aumento del PIB se apoya más en empleo e inversión que en mayor eficiencia.
Esta ralentización representa un reto estructural porque limita la capacidad del crecimiento económico sostenido y la mejora de salarios y bienestar, en un contexto donde factores como menor inmigración y falta de vivienda restringen la creación de empleo productivo.
El escenario de menor flujo migratorio y dificultad para la vivienda impacta en la oferta laboral, dificultando el crecimiento de empleos productivos y, por ende, la productividad.
Algunos sectores como primario y comercio mantienen incrementos productivos, pero energías, construcción y comunicaciones presentan caídas, lo que refleja un patrón desigual en la economía española.
Este comportamiento sectorial desigual muestra cómo algunos segmentos avanzan en productividad, mientras otros enfrentan retrocesos que frenan el crecimiento total.
¿Por qué sigue siendo la productividad fundamental a pesar del crecimiento lento?
La productividad es esencial para que España pueda crecer sin aumentar continuamente los recursos, lo que asegura un desarrollo económico sostenible.
Es un factor determinante para mejorar la competitividad del país en mercados internacionales y optimizar el uso de capital y trabajo.
Sin incrementos en productividad, se dificulta elevar los salarios reales y el bienestar de la población a largo plazo.
La productividad es clave para un crecimiento sostenible y competitivo, pues permite incrementar el PIB sin aumentar indefinidamente los recursos, compensando así debilidades estructurales de la economía española.
Permite que el crecimiento económico no dependa únicamente de aumentar empleo o inversión, evitando presiones inflacionarias y limitaciones de recursos.
Al mejorar la eficiencia productiva, se puede producir más valor con menos inputs, fundamental para la sostenibilidad económica en España.
Se complementa con empleo e inversión para sostener el crecimiento económico robusto.
El empleo impulsa el crecimiento inmediato aumentando la producción a través del trabajo disponible.
La inversión crea la capacidad física y tecnológica para que la economía pueda producir más a futuro junto con mejoras en productividad.
El empleo impulsa el crecimiento a corto plazo; la inversión crea capacidad productiva y la productividad eleva el potencial de crecimiento a largo plazo.
Aunque la productividad crece lentamente, sin ella no se podrá mantener el desarrollo económico y mejorar el bienestar a medio y largo plazo en España.
Sin avances en productividad, el crecimiento se vuelve insostenible y los niveles de vida estancados o decrecientes.
Por tanto, es imprescindible fomentar medidas que aumenten la eficiencia para asegurar la prosperidad futura del país.
¿Cómo complementa la productividad a la creación de empleo y la inversión?
En 2025, la productividad total de factores (PTF) contribuye al crecimiento del PIB junto con la creación de empleo y la inversión, formando un equipo equilibrado.
El empleo impulsa el crecimiento inmediato, cubriendo la demanda interna y reduciendo la tasa de paro al 10,5%, mientras la inversión fortalece la capacidad productiva.
La productividad aporta mejoras en eficiencia y uso del capital, apoyando la sostenibilidad del crecimiento económico a medio y largo plazo en España.
En 2025, el crecimiento del PIB se apoyó en un 44% en empleo, 26% en inversión y 29% en productividad total de factores (PTF), mostrando la importancia combinada de los tres.
Estas cifras reflejan cómo España basa su crecimiento en la colaboración equilibrada entre empleo, inversión y incrementos en productividad.
El aporte significativo de la productividad demuestra que, aunque el empleo es clave, la eficiencia también sostiene el desarrollo económico.
La inversión pública, apoyada por fondos europeos, y la recuperación parcial de la inversión privada fortalecen la capacidad productiva, necesarios para mejorar la productividad a medio y largo plazo.
Los fondos europeos canalizados hacia la inversión pública modernizan infraestructuras y tecnología, potenciando futuras ganancias de productividad.
A la vez, la inversión privada crece con cautela, acompañando a las reformas estructurales orientadas a innovar y digitalizar sectores productivos.
El patrón de empleo actual favorece sectores con mayor potencial productivo, lo que ayuda a evitar que la creación de empleo sea un lastre para la productividad total.
El empleo se concentra en sectores como servicios profesionales y técnicos, que aportan más valor añadido y fomentan la productividad del trabajo.
Así, la creación de empleo no solo aumenta la producción sino que también contribuye a mejorar la eficiencia y competitividad del conjunto económico.
¿Qué sectores son más afectados y cuáles tienen mayor impacto?
En 2025, los sectores con mayor desaceleración en productividad incluyen la industria textil, papelera y algunas ramas manufactureras, que enfrentan retos estructurales.
La construcción muestra ralentización en visados y licitaciones, frenando su crecimiento tras un impulso previo y afectando la productividad sectorial.
El turismo y servicios vinculados modera su crecimiento, ajustándose a niveles más normales tras la recuperación especial de años anteriores.
Los sectores más afectados por la desaceleración son energía (-2,5%), construcción (-1,1%), información y comunicaciones (-3,7%) y actividades financieras (-2,6%), con retrocesos significativos en productividad.
Estas áreas sufren caídas en su eficiencia productiva, influenciadas por desafíos externos y estructurales propios del contexto económico actual.
En particular, la información y comunicaciones presentan una reducción marcada, impactando el dinamismo tecnológico del país.
Los sectores con impacto positivo incluyen el sector primario (+3,5%), comercio, transporte y hostelería (+3-4%), y actividades profesionales y técnicas (+2,6%), reflejando un crecimiento desigual entre sectores.
Estos sectores continúan mostrando resiliencia y un avance moderado, impulsado por demanda interna y mejoras en eficiencia laboral.
La fortaleza en servicios profesionales y técnicos destaca por su aporte creciente a la productividad y generación de empleo cualificado.
¿Qué políticas recomienda la OCDE para mantener la productividad?
La OCDE sugiere implementar reformas estructurales que impulsen la inversión, fortalezcan el empleo y reduzcan la brecha de productividad entre pymes.
Promover la digitalización, mejorar el acceso a financiación y reducir cargas administrativas son claves para aumentar la eficiencia productiva.
También recomienda aumentar la tasa de empleo, movilizar recursos laborales no aprovechados y garantizar la sostenibilidad fiscal a medio plazo.





